Los mitos han existido desde siempre, están en la raíz de cada pueblo, de cada tradición conocida, son la base de nuestra inmensa riqueza cultural. En tiempos remotos, los seres humanos encontraban en ellos pautas y ejemplos, consejos, direcciones y vías para encauzar la trayectoria que debían dar a sus propias vidas.
Veían en ellos el camino que podía llevarles al descubrimiento y a la realización del sentido de la existencia, ese oculto y ansiado sendero que nos lleva al conocimiento de nosotros mismos, a saber que somos uno con los demás y con toda la naturaleza que nos rodea. Sin embargo, en la actualidad no se da importancia a los cuentos, que son los restos que han permanecido a salvo del naufragio y que tanto nos gustaba escuchar cuando éramos niños. Siempre tenían el mismo principio: “érase una vez…”, refiriéndose a ese gran tiempo mítico anterior al nuestro. Nos encantaban porque nos hacían viajar a aquellas edades fabulosas donde reinaban reyes sabios o malvados, princesas y monstruos, enanos y gigantes, héroes y magos que atrapaban nuestra atención despertando esos mundos extraordinarios en nuestra propia imaginación, que es la sede del recuerdo.
Joseph Campbell (N.York 26-3-1904 – Honolulu 30-10-1987), fue profesor de mitología y religiones comparadas, uno de ésos que creían que existe “un punto de sabiduría, más allá de los conflictos de ilusiones y verdades, con el que las vidas pueden volver a unirse”. Encontrar este punto significaría realizar la gran unión. Joseph Campbell creía que ésa era “la cuestión fundamental de nuestro tiempo” y consideraba los mitos como nuestros aliados decisivos en la búsqueda de respuestas. Su carrera de profesor empezó en 1934 en el Sarah Lawrence College, donde enseñó durante casi cuarenta años y donde, en su honor, fue fundada la “cátedra de mitología comparada Joseph Campbell”. Su aula siempre estaba llena de estudiantes a los que durante sus clases “dejaba sin aliento”.
Con sus trabajos Joseph Campbell revivió la mitología. Decía que no se trataba de cuentos para contarlos junto a una fogata, sino de poderosas guías para el espíritu humano. Mostraba que los relatos mitológicos de todo el mundo, a pesar de parecer muy diferentes, en realidad eran todos iguales. Su verdad universal era siempre la misma, sólo que se contaba en diferentes tiempos históricos y de diferentes maneras. La obra de Joseph Campbell influyó en numerosos estudiantes, científicos, escritores, músicos y directores de cine. Uno de ellos fue su amigo George Lucas que, inspirado por el libro de Campbell “El héroe de las mil caras” (The Hero with a Thousand Faces), rodó su conocida obra maestra “La guerra de las galaxias” (Star Wars).
George Lucas y Joseph Campbell se hicieron muy amigos después de que el director, anunciando lo mucho que le debía a la obra de Campbell, invitara al científico a ver su trilogía. Durante la visita, disfrutando de nuevo de los peligros y hazañas de Luke Skywalker, Campbell se entusiasmaba diciendo que “Lucas había introducido la más poderosa y la más fuerte vuelta” al clásico cuento del héroe. “¿Y qué es eso?”, le preguntó entonces el periodista Bill Moyers. “Es lo que Goethe dijo en el Fausto, pero que Lucas ha sabido expresar en un lenguaje moderno: el mensaje de que la tecnología no nos salvará. Nuestros ordenadores, nuestras herramientas, nuestras máquinas no son suficientes. Tenemos que apoyarnos en nuestra intuición, en nuestro verdadero ser.” “¿Y eso no es una ofensa a la razón?”, preguntó el periodista “¿no le parece que nos retiramos a una gran velocidad de la razón?” “No, no se trata de eso. En el viaje del héroe no se trata de negar la razón. Al contrario, superando las pasiones oscuras, el héroe simboliza nuestra capacidad de controlar al salvaje irracional que llevamos dentro. Luke Skywalker nunca fue más racional como en el momento en que encontró dentro de sí mismo las habilidades de carácter necesarias para enfrentar su destino”.
En una de sus clases Campell dijo: “El fin del viaje del héroe no está en su identificación con cualquiera de los personajes o poderes que experimentó. El objetivo final de la búsqueda no debe ser la propia liberación ni el propio éxtasis, sino la sabiduría y el poder de servir a los demás. Una de las muchas diferencias entre una persona famosa y un héroe es que el famoso vive sólo para sí mismo, mientras que el héroe actúa para redimir a la sociedad.”
Joseph Campbell murió repentinamente en 1987 después de una corta lucha contra el cáncer. En 1988, una serie popular con el periodista Bill Moyers, “El poder del mito” (The Power of Myth) presentó a millones de personas las ideas de Campbell. Era un serial de seis episodios, lleno de la sabiduría vital y la energía inspiradora que esos dos hombres despertaron durante las conversaciones mantenidas a lo largo de los dos últimos años de la vida de Campbell. El serial tuvo también su forma escrita bajo el título Joseph Campbell, El poder del mito, Conversaciones con Bill Moyers.
Por Daliborka Kikovic - Tomado de revistaesfinge.com
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