El pasado sábado 6 de diciembre, a las 18 horas, en Buenos Aires, vio la luz de este mundo el grupo Terranauta.
Nacimiento y bautismo al mismo tiempo, surgió como una necesidad de juntarnos con el objetivo de publicar nuestra primera antologia de cuentos y relatos.
Así, en nuestra primera reunión decidimos, además de inventarnos un nombre de fantasía (nunca mejor dicho) encarar algún emprendimiento que nos permita juntar el dinero necesario para costear la edición.
¡¡¡Habrá mas novedades!!!
CRÓNICAS
SÁBADO 06 DE DICIEMBRE DE 2008Terranautas viaja y busca rumbos. Por ahora, Terranautas. Así quedamos. El dolor se le hace amigo acá, entre las mesas, los libros y las tazas de un café enamorado de la vida. A través de las ventanillas podemos ver que el mundo continúa. ¿Hasta cuándo? No sabemos, pero continúa. El viaje es silencioso esta tarde. Se hacen chistes y las risas nos hacen cosquillas como huracanes. (Yo soy una mosca en un parabrisas.)
Hemos concebido una idea, tierna y pequeña. Bruno ha llovido esa idea. ¿Quién llueve? Bruno; hoy llovió Bruno: una idea de fiestas, organizar fiestas, nada más, nada menos. A trabajar, manos a la obra, obra a las manos, neuronas a la obra, taller a la obra, Terranautas a la obra, manos a los Terranautas, neuronas de Terranautas. Sí, tenemos neuronas, es así; y piensan. ¿Piensan ellas o pensamos nosotros? ¿Se preguntarán ellas, probrecitas, si es que, si yo dejo de existir, seguirán existiendo ellas sin mí? Como yo me pregunto, si Dios se olvidara algún día de existir y se olvidara que yo existo, ¿yo ya no existiría? ¿Y existirá Dios si yo ya no existo? Como diría Rilke: “¿Qué será de ti, Dios, si yo perezco?”
Todo esto sucedió en aquel recoveco de la calle Callao, casi Paragüay, de aquel lugarcito en que una vez unos monos que no eran monos se ponían de pie y se decían: ¿de dónde venimos?, ¿qué hacemos acá?, y ya estaban hablando y no sabían cómo era que estaban hablando. Y ahora acá, en la Capital Federal, en un lugar igual, estos otros monos que no eran monos se preguntaban lo mismo, ¿de dónde venimos?, ¿qué hacemos acá?, mientras de sus bocas de sus gargantas salían otras palabras, como si alguien hubiera elegido lo que ellos iban a decir y como si las palabras se las arreglasen para nunca alcanzar, para nunca terminar de decir las cosas que tienen que decir las muy necias. Qué cosa las palabras, siempre escapando, o haciéndose rogar.
Martín GodinoCRÓNICAS
VIERNES 16 DE ENERO DE 2009
Llego tarde, pero me esperan. Los Terranautas siempre esperan, porque saben de navegar asfaltos. De circular por las venas subterráneas de la ciudad.
El puerto era el mismo del último anclaje. Clásica y moderna. Los barcos de papel se mecían en el cordón de la vereda, soportando el calor con sus vientres bajo el agua. Mis compañeros habían llegado. El ventanal del puerto me los ofrecía dueños del lugar. Cerca del cristal, mirando de ratos el mar, el río o las nubes.
Unos cuantos saludos, el café de siempre y la silla desbalanceada, con la pata dormida en una imperfección del suelo. Nosotros somos un poco esa silla, pensaba mientras me acomodaba. Que esta firme y se hunde. Que se duerme y se despereza. Que ansía erguirse sobre sus piernas. Bastarse a si misma.
Empezamos el encuentro recolectando los brotes florecidos de algunas ideas plantadas. El turismo cultural, los espectáculos y las fiestas comenzaban a inquietarse pendiendo de las ramas. En cualquier momento podrían caer y alguno debía encargarse de tener dispuesta una cesta para cada fruto, para luego hacer – entre todos - de ellos nuestro alimento. Me ofrecí para atajar las fiestas, Martín se anotó para los espectáculos y Gabriel para el turismo cultural. Así quedamos.
Divididas las tareas, preparadas las cestas, llegó la hora de las letras. De los cuentos tomando forma en las voces de los otros. De los fantasmas dejándose ver los pies. Al pensar en el amor no sé bien que es lo que pienso, leyó Martín, abriendo la ronda y dándole vida a Juan Baunes, el desorientado protagonista de Acerca de Juan y el amor. A Martín le seguí yo, para no ser el primero ni el último de los tres. Espectros de Pluma tiene un buen final, pero aun requiere mucho trabajo. Gabriel cerró la función con La Puntada. Menos de una carilla para el más logrado de los cuentos.
La noche nos había abrazado sin despertarnos. El murmullo de gaviotas merodeando los faroles nos hizo ver los relojes. La pleamar en las avenidas había aumentado el tráfico y el viernes abría los ojos. Abordamos nuestros barcos y desamarramos. Nos alejamos del puerto y sentí que regresaba más liviano. Que la velocidad era mayor. Que no era el viento embolsándose en las velas. Era el entusiasmo, soplando en las espaldas.
Bruno Nuguer
1 comentarios:
hola la la si do re mi fa sol.
Te vi en la Linea C, entre asesinadas personas enlatadas hice el esfuerzo de sacar una lapicera... y voilà!
Publicar un comentario