domingo, 28 de abril de 2013

El hombre astuto y el diablo



Los que refieren la historia cuentan que el hecho ocurrió hace muchos años en un lugar desconocido. Dicen que un hombre caminaba por una calle alejada y de pronto se encontró con el diablo.  El príncipe de las tinieblas lucía completamente abatido, el hombre sintió curiosidad y le propuso ir a tomar un café.
En el bar, el diablo le explicó que su estado lamentable se debía a que se había acabado su negocio. Entonces le contó que él solía comprar almas y quemarlas hasta hacerlas carbón porque antes cuando la gente moría portaba almas muy gordas que podía llevar al infierno y los diablos estaban agradecidos. Pero ahora todos los fuegos del infierno estaban apagados porque cuando la gente moría ya no tenía alma.
Así que el hombre meditó un instante y luego le dijo que quizá podían hacer un trato: “Enséñame cómo hacer almas y te daré una señal para mostrarte qué personas tienen almas hechas por mí”, dijo y pidió más café. Entonces el diablo pensó que era una buena idea y le explicó que debería enseñarles tan solo a recordarse a sí mismos, a no identificarse y a no tener emociones negativas. Le aseguró que si lograban hacer esto durante un tiempo desarrollarían sus almas.
Poco tiempo después, el hombre puso manos a la obra siguiendo fielmente las indicaciones del diablo, organizó grupos y enseñó a la gente el método para crear almas. Algunos de ellos trabajaron seriamente intentando no identificarse, recordarse a sí mismos y eliminar sus emociones negativas. Así es que cuando morían y llegaban a la puerta del paraíso San Pedro estaba allí a un lado con sus llaves mientras que el diablo, con su tridente, estaba al otro lado y cuando San Pedro estaba a punto de abrir la puerta, el diablo decía: “Puedo preguntar sólo una cosa, ¿se acordó de sí mismo?” y la gente decía: “Sí, sin duda”. Y entonces el diablo decía a San Pedro: “Disculpe, pero éste es mío”.
Por mucho tiempo esto funcionó y el diablo volvió a estar alegre hasta que un día alguien pudo comunicar a la tierra lo que estaba sucediendo en la puerta del paraíso. Y sucedió que la gente fue a ver al hombre que había hecho el trato con el diablo y lo increparon: “¿Para qué nos enseñas a recordarnos a nosotros mismos si cuando decimos que hemos hecho esto el diablo nos lleva al infierno?”, a lo que el hombre respondió: “¿Y yo cuándo les dije que tenían que decir lo que les había enseñado?, ¿no les enseñé, además, a ser discretos?”.
La gente confundida reaccionó: “Pero es que son San Pedro y el diablo”. Y el hombre astutamente concluyó: “¿Cuándo vieron a San Pedro y al diablo en los grupos? Yo hice un acuerdo con el diablo, pero también concebí un plan para engañarlo. Pero si ustedes no son discretos…

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Julio Recloux, escritor argentino, nació en Buenos Aires en 1965. Cursó estudios de psicología en la Universidad Nacional de Mar Del Plata y de Castellano, Literatura y Latín en el Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V. González. Ha sido alumno de Silvia Plager quien lo formó como escritor y coordinador de talleres literarios. Fundó el suyo en abril de 1999. Trabajó, más tarde, también, para la Secretaria de Cultura de la Nación, coordinando talleres en Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires. Estudió la psicología de Carl Jung y la obra de Joseph Campbell. Como narrador, ha publicado junto a Ana Quiroga y otros colegas en el 2004 el libro Cuentos al oído de Buenos Aires, editado por la Secretaria de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En el 2010, publicó la primera antología de su taller bajo el título: Confabulatores Nocturni. Luego, en 2012 Fantasías elementales y La maquinaria del atrapasueños (Ediciones Nueve Puntas). Actualmente dirige el sello Ediciones Nueve Puntas, escribe en la sección literaria de la revista Uno Mismo y trabaja con sus alumnos en forma privada dictando clases individuales y grupales.